Essity y Cambiemos La Regla presentan el primer estudio nacional sobre salud menstrual

El estudio “Salud menstrual y gestión de la menstruación en espacios de trabajo”, impulsado por la compañía Essity y la organización Nosotras Women Connecting, creadores de la iniciativa “Cambiemos La Regla”, recopiló la experiencia más de 600 personas menstruantes en Costa Rica, que incluyeron estudiantes, trabajadoras, personas con capacidades distintas, integrantes de comunidades indígenas, habitantes de zonas urbanas y rurales, así como población LGBTIQ+.

El 96% de las personas indicó tener acceso a agua entubada en sus baños, y el 97% dijo contar con jabón para el lavado de manos. Estos datos permiten contextualizar las condiciones básicas de higiene disponibles en los hogares de las personas participantes.

El 61% de las personas encuestadas manifestó haber tenido su primera menstruación entre los 12 y los 15 años. Sin embargo, el 34% del total, señaló que se sintió poco o nada informada al momento de atravesar ese primer sangrado. En la mayoría de los casos, la conversación ocurrió en el entorno familiar: el 75% habló con su madre y únicamente el 2% con su padre; y el 8% con alguna figura docente.

Entre las personas indígenas y con discapacidad, la percepción de falta de información fue mayor, alcanzando el 40% y el 45%, respectivamente. En el caso de las personas LGBTIQ+, el 31% también indicó haberse sentido poco o nada preparadas, especialmente las personas trans, cuya experiencia estuvo marcada por episodios de angustia, sorpresa o preocupación, dependiendo del momento vital en que ocurrió la menarquía.

El 47% de las personas encuestadas afirmó que la menstruación es un proceso que no desearía tener. Un 56% considera que representa una desventaja exclusiva de las mujeres.

El 32% describió la menstruación como incómoda, mientras que un 14% la asoció con sensaciones desagradables o de suciedad. El 62% de las personas sexualmente activas señaló que evita mantener relaciones sexuales durante la menstruación, el 68% deja de hacer deporte o actividad física, el 35% evita ciertos alimentos o bebidas, y el 27% se ausenta del trabajo o centro de estudios.

Entre las razones más comunes para estas limitaciones se encuentran el dolor (46%), el aumento de los cólicos (30%), el miedo a mancharse la ropa (51%) y la sensación de debilidad moral (23%).

El 62% de las personas encuestadas afirmó haber sentido miedo o vergüenza por mancharse debido a la falta de productos menstruales. El 44% ha tenido que improvisar con papel higiénico o ropa vieja ante la ausencia de productos adecuados.

El 31% ha tenido que renunciar a otras necesidades básicas como alimentos, medicamentos o servicios para adquirir productos de gestión menstrual. Esta situación se agudiza en zonas rurales, donde el 43% de las personas reportó haber tenido que hacer estos sacrificios. Entre las comunidades indígenas y rurales, el 50% indicó enfrentar dificultades económicas para adquirir productos.

El 48% de las personas menstruantes indicó que su rendimiento laboral se ha visto afectado por síntomas como dolor, fatiga o malestar físico. El 44% señaló que la falta de productos menstruales en el lugar de trabajo también ha limitado su productividad.

En el ámbito educativo, el 39% ha faltado a clases por no tener acceso a productos, y el 35% ha tenido afectación académica por síntomas menstruales.

“El estudio deja claro que hablar de menstruación en el trabajo no es un tema privado, es un tema de salud, productividad y derechos. Hoy enfrentamos una oportunidad única para que las empresas lideren con acciones concretas, como garantizar el acceso a productos menstruales seguros y asequibles, así como a información inclusiva y precisa. Más de 500 millones de personas carecen de insumos básicos, y muchas aún no reciben la educación necesaria para comprender su ciclo menstrual y gestionarlo con dignidad”, señaló Alejandra Pulido, Directora de Comunicación Corporativa de Essity México y Centroamérica.

El 85% de las personas encuestadas apoya la existencia de una licencia menstrual remunerada. En el entorno educativo, el 86% considera que extender este beneficio a estudiantes contribuiría a reducir el ausentismo y mejorar el rendimiento académico.

Sin embargo, solo un 31% de las personas cuenta actualmente con políticas o apoyos institucionales en sus espacios de trabajo. El 84% considera que una licencia menstrual mejoraría su salud y productividad, y el 89% cree importante que se aprueben leyes o políticas públicas relacionadas con la gestión menstrual.

El 92% de las personas considera un derecho colectivo el acceso gratuito a productos de gestión menstrual en centros educativos, de salud y de trabajo. “Las políticas menstruales no son un lujo ni un privilegio: son una herramienta para cerrar brechas de género, combatir el ausentismo y garantizar condiciones laborales dignas. Cada menstruación vivida en silencio y sin apoyo tiene un costo económico, social y emocional”, agregó Marysela Zamora, Directora Ejecutiva de Nosotras Women Connecting y de Cambiemos la Regla.

Desde Essity, esta investigación se alinea con nuestro compromiso para brindar acceso a información y educación inclusiva y precisa, sin importar si es o no una persona menstruante. Nuestro propósito es seguir rompiendo barreras por el bienestar de las mujeres en todas las etapas de su vida, fomentando un entorno en el que puedan prosperar en toda su diversidad. Para conocer más información sobre este estudio, visite el sitio web www.essity.mx